miércoles, febrero 14, 2007
DE UN HUEVO NO QUEDA NADA.
Que lastima como se va reduciendo todo. Por ejemplo, un huevo siempre resultará en su más mínima expresión, y no es mentira, si se fijan, un huevo pierde mucho de su contenido. Primero, nunca lo alcanzamos a escurrir todo, entonces ya estamos hablando de perdidas, pues en la cáscara se queda gran parte. Luego en el recipiente en que se baten (si es el caso de batidos) nunca será posible escurrirlo todo con dirección al sartén y finalmente cuando lo vamos a servir, una gran cantidad de pedacitos se quedan adheridos. Definitivamente son perdidas incalculables porque de desperdicio en desperdicio podríamos generar más y más huevos y eso significa que podríamos alimentar a muchas más bocas, incluyendo las nuestras. En el caso del huevo frito también hay desperdicios generosos si no sabemos cuál es la cantidad indicada de mantequilla que debemos utilizar. Con el tibio y el cocinado sucede lo mismo, la cáscara se apodera de muchos pedazos y nunca nos los devuelve y claro, se van directo a la caneca, de ahí a un botadero y así sucesivamente. No sé qué vamos a hacer con los huevos o por los huevos, por mi parte los seguiré comiendo pero siempre me quedará la insatisfacción de no podermelos tragar entero.
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