domingo, diciembre 16, 2007
BORRACHERAS EN VÍA DE EXTINCIÓN.
Hay un momento de las reuniones sociales, en el que nadie quiere decir nada, o más bien, en el que todos quieren decir algo pero sus modos de expresión escasean por timidez, protocolo, qué se yo. Pero igualmente hay un momento de las reuniones sociales, en el que la expresión tiende a soltarse, a desenvolverse, a desbordarse y es ese preciso instante en que el licor ingerido se sube a la cabeza y empieza a trabajar por sacarnos de ese limbo, de esa silla que nos tiene atados y con la boca sellada, de esa educación que nos cohibe de ser quienes somos y que nos clausura las palabras adecuadas porque sólo nos permite decir las aprobadas por pequeñas plagas sociales que realmente nos deberían saber a excremento de gato enfermo.
Ese momento de las reuniones sociales es apoteósico, es la llegada a la cumbre porque nos vuelve capaces, tanto así que 'hacer el ridículo' nos importa un carajo.
Ese momento es perfecto para salir a cazar especies del sexo opuesto o del mismo dependiendo el caso. Ese momento es ideal para querer a la mayoría que no queremos y para hacer nuestras mejores combinaciones de verbos y adjetivos. Ese momento tiene todo para que nos hagamos sentir con lo más célebre que hayamos podido decir en toda nuestra existencia.
Para aceptar lo que nunca aceptaríamos, para aprender a bailar, para decirle a los demás qué nos gusta de ellos y qué no.
Es todo un ritual de una sinceridad que poco a poco se ha venido mesurando. Ojalá volviéramos a la esencia de las borracheras, donde los únicos límites eran no tenerlos, ¿qué pasó con los borrachos pesados? ¿Con los que cuentan la misma historia siempre? ¿Con las que se empelotan? ¿Con los que organizan fiestas para dentro de 8 días? ¿Con los que ponen una canción a todo volumen? ¿Con los que se despiden de beso, así no los conozcan? ¿Con los que hablan de todo lo que tienen y lo que no? ¿Con los que le proponen a todas ir a un motel sólo para hablar? ¿Con las que quieren que se los hagan con peligro en la cocina o en un baño? ¿Con los que se roban la música? ¿Con los que se roban lo de la nevera?
Estamos olvidando el verdadero sentido de las borracheras y las estamos convirtiendo en una extensión protocolaria, farandulera que más bien se asemeja a una tarde de té, entre ancianitas que envidian todo lo de las otras.
Que triste, día a día nos volvemos más idiotas por temerle al ridículo. Sin el ridículo las fiestas y las reuniones carecerían de alma y las fotos serían monótonas.
En el próximo trago, dejémonos llevar por los beats y dejemos que la cinta magnética que se genera bajo nuestros pies nos lleve sin parar y démosle permiso a nuestra boca para que deje salir todo lo que el cerebro nos tiene preparado. ¡Salud por las borracheras!
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2 comentarios:
salud!!!
Es el estado ideal para ser tu, logrando ser lo que nunca has podido ser, decir esas frases, que no serán desperdiciadas, por que aunque al otro día nadie se acuerde, las dijimos y ya no estan atascadas en nuestras gargantas y decirlas nos sirvió para respirar mejor. Definitivamente la sobriedad a veces resulta incómoda y molesta, cuando estamos borrachos sale ese heróe, esa "vagabunda" o "vagabundo" que todos llevamos dentro y que nos encanta ser!!!.Bueno me voy a tomar algo.
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