Desde mi vida monosistemática llena de asfixias laborales y un montón de dudas y cuestionamientos alrededor de la factoría corporativa y empresarial quiero expresarles mi desconsuelo robótico maquinario e invitarlos a que desmonten esa fachada generada por el temor económico y la comodidad que cada vez con más ahínco nos hace presas de la necesidad de afiliación y de la falsa creencia del éxito a través del dinero y el 'status laboral'. No pierdan el norte ni sus creencias, no se dejen llevar por las fotocopias y los faxes, por las tarjetas de presentación y por los números que llenan un cheque de nómina. Bájense de ese ajetreado tren que exprime sus sentimientos y deprime su talento siempre en un loop reversado en la falta de moral, integridad y de sus propios principios.
Esas grandes fábricas y esos estrictos emblemas y normatividades corporativas se atragantan con descomunales cantidades de nuestra sangre y de ese futuro que ocurre segundo a segundo adelante de un incesante presente que nunca consigue ocupar esa posición con fuerza porque siempre será víctima de un devastador y mordaz pasado.
Hasta cuándo seguiremos siendo esos empleados de escritorio que son asaltados por rings de teléfono, por alertas de mails y por restricciones cibernéticas. Es importante recuperar al ser esencial que es capaz de discernir y de sentar su originalidad, ese que no le da campo a su alter-ego y es capaz de doblegarlo.
La masa que es la que en la mayoría de los casos nos empuja a la fatalidad no es más que mera estadística y la estadística es un cálculo idiota que lo único que hace es llenar más a la población con números ineficientes y sosos, con números que sólo se roban un show en un inexperto y estúpido power point y que descrestan al más inepto de los públicos.
Quememos en un incendio vil y gasolinero las corbatas y las hojas tamaño carta con membrete y revolquemos nuestras relucientes camisas blancas en las cenizas, el tiempo corre y es posible vivir sin estar hallándole la razón a un cualquiera con detalles ínfimos y descaradamente imbéciles. Nuestros ojos se merecen unas vacaciones de los video beams y del spanglish venéreo que corre por la mayoría de bocas de pelafustanes corporativos con un MBA inservible, inútil y acondicionado. También creo que podríamos desinfectar nuestros oídos de toda esa basura que se acumula en el mal aliento de esos personajillos empresariales que han sido seducidos con la posición de asistontos y de lambiscones en espera de un futuro empresarial ideal donde siempre podrán ser el centro de atención de todos los pasillos y de las absurdas y retorcidas orgías mentales, perdón, fiestas de fin de año.
Soy un hombre del laburo, un hombre de la corporación, un esclavo más produciendo millones y millones para los demás, un viciado de la vida después de las 6, un ingenuo idealista ratón de Pavlov que persigue una quincena para finiquitar recibos, patrocinar alimentos, dar limosnas, pagar peajes, hipotecas, créditos, multas, tragos, impuestos, pataletas y en algunos casos vacunas. Cómo sea soy y seguiré siendo corporativo hasta que una corporación decida por mi lo contrario.
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